21 de septiembre de 2014

PADRE LUIS QUINN




El reverendo Louis Joseph Quinn Cassidy, a quien los ocoeños de manera especial y el país en sentido general conocemos mejor como el padre Quinn, fue un mensajero y un intérprete de Yavé, que residió por 42 años en San José de Ocoa y sembró amor y solidaridad, a manos llenas, conformó una estructura productiva social trascendental e inconmensurable.

 Esa gestión de redención social que revela una taumaturgia ciclópea, fue forjada por el padre Quinn como un homenaje muy suyo a Yavé, que le inspiró en una obra de redención social por la cual los ocoeños no solamente son incapaces de olvidarlo, sino que lo veneran como un ser humano iluminado y guiado de manera inequívoca por una inspiración divina.

 Es no solamente lo que traduce un arqueo de su afanar taumatúrgico, sino el sentir unísono de los ocoeños, que recoge en una obra el padre Nimio Hernández Reinoso (Padre Julíán) de 329 páginas, auspiciada por La Nacional de Ahorros y Préstamos a sugerencia de su vicepresidente, licenciado Francisco Melo Chalas, ocoeño de pura raigambre, en manos de mi hija Francesqua, obsequiado por Janet, hermana de Francisco, hijos distinguidos de un haz de amor y gentileza que es doña Gelnia, su amada progenitora.

 Aunque el padre Quinn es tenido como canadiense, en realidad nació en Newcastle, Gran Bretaña, el 12 de octubre de 1928, y sus padres se trasladaron a Toronto, Canadá, cuando el padre Quinn tenía apenas cuatro años, ordenándose sacerdote de los padres Scarboro en la catedral de Saint Michel de Toronto, el 20 de diciembre de 1952.

 El padre Quin ingresó al país en l953, a un año de recibirse sacerdote, y llegó a San José de Ocoa  el 26 de agosto de 1965, para residir hasta que expiró de quebrantos coronarios en Miami, Florida, el 11 de diciembre de 2007, a los 79 años de edad, con trabajos esforzados muy superiores a sus limitaciones, que todos las tenemos física y espiritual, con un coeficiente sobresaliente de aportes como  nadie nunca antes ni jamás a los más preteridos de San José de Ocoa, a los muertos de hambre y pletóricos de fe.

 Por 42 años el padre Quinn residió en San José de Ocoa en una casita de madera, techada de zinc, con plafond de cartón, un solo baño, un radito y un teléfono, que eran sus instrumentos de manejar su entorno, en una mesita que era su “escritorio”, y una silla de guano, que era su “sillón” para escribir, referencias de la humildad que practicó El Nazareno, como escuela para humanizarnos y esforzarnos en ser a “imagen y semejanza”…

 Con un equipo de tractores, bulldozers, palas mecánicas donadas por munícipes opulentos y políticos consecuentes con la suerte de los desposeídos.

 El padre Quinn construyó 450 kilómetros de camninos vecinales en San José de Ocoa, l5 clínicas rurales, l,35l viviendas de madera a blocks, pisos de tierra por cemento, inodoros por letrinas, l32 acueductos, letrinización, enseñanza de higiene del hogar y personal, 24 regolas que irrigan ocho mil tareas de cultivos de papas, hortalizas, zanahorias y víveres, transformando lo rupestre por la civilización de donde provenía.


Plantó casi cinco millones de árboles, construyó cuatro viveros, reforestó 30 mil tareas, 264 unidades de energía solar, tres centros de formación vocacional, 45 organizaciones comunitarias que por su orientación, no solo transformaron una amplia región, con énfasis en Los Martínez, en las encrucijadas de jaldas con pendientes temibles, una gestión paradigmática, única, que ningún político, empresario ni religioso ha intentado repetir.
“Por sus hechos los conoceréis”, Mateo 7, l6-20. es la encarnación del padre Quinn., que Yavé sabrá ponderar en el Armagedón.

Escrito por Ubi Rivas
 (TOMADO DEL PERIODICO EL NACIONAL)
 LOS OCOEÑOS

la montaña ocoeña

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